Amor Posible

"¿serás, amor,
un largo adiós que no se acaba?"
Pedro Salinas. Razón de Amor.

Como que el pan
es la verdad del trigo
Certeza de volver
a la clara costumbre de su cuerpo.
Aquel motivo
que la piel entiende.
Anabel

Palabras dispersas en tu cuerpo
Alertaron el verso
de los ríos que olvidaron su Infancia.
Pedazos de relámpago
Reposaban en el vientre del espejo
mientras tu ser
se abría como un libro
a la espera de mis ojos.

Ahora
algún recuerdo
vuelve a tender tu imagen
en el reposo de la memoria
y algún cuerpo leído
fatiga a la mujer escrita.


Frecuentaba la sabiduría
de ser
como la muerte
diseminada.
En esos ires y venires
de abeja indecisa
dejándome
lirio desanimado
de comprender el crepúsculo.

Y en mi corazón
la miel intacta del amor.
Ya no estás.
Y a la ira el amor contempla
con la íntima piedad del agua
al fuego.
Aprisiono
tu nombre en mi boca
como a un pedazo de aurora
en mis manos.
Me preparo
a los relámpagos que en mi cuerpo
habrán de nombrarte.
Las manos están solas.
Esperan
como los ojos
una palabra.
Que hable y que mire.
A ella la espera mi voz
(llueve: todo suena como rápidas lágrimas).
Vendrá para quedarse.
Entenderá
por qué están tan vacías mis manos
por qué tan solas
de escribir palabra.
Esta noche me ataré las manos
para que no escarben los sueños.
Airosa te pasearás
ante mi ser inmóvil.

Tú que fluyes,
tú que serás hecha
el sueño de la dama
que libera mis manos
ávidas de borrarte
Los fuegos
de tu voz
no serán perdonados
por el frío
que ahora siento,
ni las llamas de tí misma
olvidadas
por la soledad que no quemas.

Pero ahora
antes de la irremediable condena
arrasa mi ser sin tí
al menos
si no regresas.
Saciado de callar
en el agua laberíntica del silencio,
velando
la hoguera de tu presencia.
En la penumbra de lo incierto,
ya vencido de amarte,
se avisan los relámpagos
que pronuncian tu nombre.
Afuera
la lluvia
destruye mansamente
lafalta de piedad del mundo.
Repetiría el universo
para que tú existieras
Recordaría todas las palabras
para encontrar tu nombre
Inventaría el amor
tan solo para amarte.
Era tu nombre
lo que la soledad quería escuchar del silencio
Era tu rostro
la promesa que la hoguera del poema
por instantes alumbraba.
Era la cercanía de tu alma
este amor que todo lo deshabitaba.
Eres tú
mujer, flor y milagro
donde halló refugio lo sagrado.
Detenido de vivir
en lo solo que está el mundo.
No soy yo el que te extraña.
Son las cosas que te reclaman
por todo el amor que les falta.
Y era el crepúsculo torpe
encontrando
el amanecer que comienza.
Y afanaba la orquidea
furiosa de tu centro
mientras eras aquietado pulso
de paloma dormida.
Me esperabas
Familia elegida
y llegaba siempre tarde
a las tareas de tu alma.
Era tan equivocado y culpable.
Pero te amaba.