El delantal de Zaraza

La Ceja, como todos los pueblos de Antioquia, tiene tradición tiplera. Sus gentes aman el bambuco, mejor, lo llevan en el alma. Aquí hay familias que heredan el pentagrama.
El talento musical nativo es envidiable, es silvestre; por doquier saltan los paisas bambuqueros que rasgan en sus guitarras hermosas canciones de sentimiento pueblero. Y también son unos repentistas enormes; tras de cada tiple se esconde una inteligencia agreste que con malicia indígena compone al instante una trova zumbadora, alegre y tierna, o hiriente y mortal. Todo depende del gallo de enfrente o de la paloma que esté al lado.
Pedro Bambuco es el tiplero cejeño, así es el nombre de pila popular. Verraco para trabajar, le hace a todo, desde las 4 de la mañana: matarife, cantinero, chef, andariego y tiplero. Ya se bebió el aguardiente que se iba a beber en la vida, por eso no bebe, pero anima a los borrachitos.
Tine en su haber musical, de su puro caletre, “El Delantal de zaraza”, rítmico y sentimental, dedicado nada menos que a su madre, vieja hermosa y adorada eres tú, madre mía..., pañuelo en la cabeza, con delantal de zaraza..., las flores del siete cueros, las flores de batatilla, así así eres tu de bella, de hermosa, pura y sencilla...”
Vale la pena destacar estos talentos que brota la naturaleza espontáneamente. Ellos son la vida folclórica de los pueblos, y por eso merecen que se les estimule siempre.

"Mariachi"

La muerte de Luis Alberto Zapata, sin alcanzar sus 50 años, se sintió en La Ceja.
Cuando una muerte refleja todo ese sentimiento, fue porque se tronchó una vida que irradió mucho.
“mariachi” se ganó su sobre nombre porque fue un virtuoso de la música mejicana. También lo llamaron, en Medellín y en Bogotá, “El Rey del Corrido”. En efecto, se portó como un verdadero Rey. Alternó nada menos que con José Alfredo Jiménez y Alicia Juárez, en escenarios de calidad musical.
Le conocimos en Medellín, como voz primera del Mariachi Guadalajara. Apetecido en el mundo de la farándula y en los clubes sociales, este pueblero se fue al puro copito de la sociedad medellinense.
Entre las composiciones suyas se destacó “Cambalache”, sonoro, bullanguero y alegre en la nota.
Como músico tenía un alma sencilla. Su carácter tenía un imán humano que atraía gente. Por doquier Luis Alberto estaba rodeado de amigos que familiarmente le llamaban por su nombre de pila popular: “Mariachi”.
Pero “Mariachi” se fue para siempre y dejó hondo pesar, un vacío se sintió en La Ceja. Su féretro, en el cementerio, recibió un emocionado homenaje de sus colegas. Un lindo arco triunfal hicieron sobre su ataúd muchas guitarras, como que si ellas lloraran al músico alegre, al `pueblero de entraña.
Un adiós para “Mariachi”. Una oración por su alma. Deja todo un pentagrama de amigos que siempre le recordarán con ternura infinita, y La Ceja, tierra musical, seguirá espigando otros tantos valores que rasgarán los tiples y pondrán talanqueras de bambucos.

Don Jesús, don Antonio y don Tulio García

(Texto de la ponencia de Alberto Bernal González como miembro del Centro de Historia “Juan de Dios Aranzazu”) Publicado en Opinión Cejeña en mayo de 1990

A comienzos de la segunda década de esta centuria una humilde mujer y madre soltera abandono con su hijita de seis años el oriental pueblo de San Rafael, aquí en Antioquia. Se venía con su hija y un atado de ropa porque no tenía con quien juntar dos gritos para que, lanzados de filo a filo, se besaran en a mitad de un cañón, ni quien le cantase bambucos en las calientes noches de su aurífera tierra, ni albergaba tampoco la esperanza de que un arriero llegara a envolver entre su mulera el suave cuerpo de su hijita.
Llegado que hubo a La Ceja hizo por su sustento y el de su hija lo único que sabía hacer entre bambuco y guabina por ella entonados: quitar de sábanas ajenas el olor a pecado dulce. Pronto, el hogar de esa mujer recibió alegremente a otros tres hijos varones, si bien extramatrimonial nunca carente de cariño, afecto y ternura. Fueron tres hombres a quienes, más que el vínculo de la sangre por haber sido concebidos en el mismo vientre, ataría otro lazo más fuerte aún: el del gusto por las expresiones artísticas y en especial, por la música.
El mayor aprendió a leer una partitura y a interpretarla en la flauta traversa con la guía del maestro Samuel Bernal Patiño, mi papá, quien lo hizo integrante del Coro y la Banda parroquiales. Pero –escasas excepciones hechas- está comprobado que la cultura y el arte nunca han sido buenos negocios ni profesiones rentables; sino, los grupos financieros ya los habrían monopolizado. Por eso nuestro amigo hubo de derivar su sustento de otra actividad distinta a la música, y el local de su industria se convirtió prontamente en el meridiano de la cultura cejeña de la época. Por allí desfilaron en cordial y amable tertulia, adobada con el dulce aguardiente de caña, personajes de la talla de Carlos Vieco Ortiz, el dueto de Obdulio y Julián con su guitarrista el maestro Flórez, los violinistas Gerardo García y Jorge Torres (médico radiólogo a la vez), los humoristas “Montecristo” y “Chalupín”, el tenor Jorge Ochoa, el barítono Gustavo López, el trío “Las Estrellas” con Blanca y Miryam Araque, el inolvidable Luis Alberto Zapata con su atenorada voz de mariachi y su guitarrón mexicano, el gran declamador, compositor y “medio” pianista José Ríos (Alias José de los Ríos) y el maestro Manuel J. Bernal. (A propósito de Gerardo garcía nunca fue aceptado como profesor en un Conservatorio por falta de un título académico, pero nunca tampoco ningún concertista de violín le supo sacar el sonido zángano que él sí le sacaba a cualquier violín que cayera en sus manos). Allí se armaban las serenatas para las damitas de entonces: las Uribe, las Vélez, las Ángel, las Londoño, etc., y novio o hijo que se respetaran no obviaban la obligada visita a este lugar para contratar una serenata para su amada o su madre, con ese personaje y sus contertulios.

El segundo de estos muchachos aprendió a tocar el tiple y se juntó con Ángel Villegas, Francisco -“Quico”- Cardona, José Guzmán, Miguel Villegas, Juan Esteban –“Teco”- Chica, Ricardo Villada y hermanos y Jaime Osorio y hermanos, para conformar una estudiantina que muchos de los que me escuchan recordarán con nostalgia. A la partida del mayor para Medellín, y por razones de trabajo, éste quedó al frente del negocio; las “necesidades del servicio” lo obligaron a aprender a tocar la flauta y a leer música, guiado también por mi papá, quien lo incluyó en la orquesta que montaba especialmente para acompañar al Coro en la procesión del Vía crucis que se efectúa los Viernes Santos y durante la cual se tocan y cantan unas estaciones españolas, sevillanas por más señas, que –en mi concepto- son pequeñas zarzuelas sin el fragmento hablado. Fue también compositor. De su cosecha escuchábamos el porro “Mi compadre”, la criolla “Celos” y el bambuco “Cejeñita”, este último con música del Maestro Jesús Bernal González.
Este segundo hijo le enseñó al tercero y al último a tocar el tiple, pero las exigencias del grupo lo forzaron a especializarse después como guitarrista marcante. He oído conceptos de especialistas, como Rufino Duque V., que lo califican como uno de los mejores guitarristas de Colombia, a pesar de que nunca supo donde está un do en el pentagrama. Por ahí anda, “muy tieso y muy majo”, colgado de una “Pilsen” al clima, “... aquí ‘sperando, hombre Alberto, qu’ialguno de aquellos (se refiere a “Candonga”, Joel Rivera o Pedro -“Bambuco”- Ramírez) me llame, p’a irnos a tocar cualquier cosita a mil pesos la hora p’a cada uno...”, dice.
Señores académicos: he hecho una muy superficial semblanza de tres personajes que brillan con luz propia en el firmamento musical de La Ceja, a los cuales espero haberles dado un merecido óvolo para su introducción en la historia reciente de nuestro terruño. Todos los conocimos como don Suso, don Antonio y don Tulio García; los dos primeros, sastres, también de reconocido prestigio, ya fallecidos. Tres hombres que si bien no tuvieron padre conocido, si se sumergieron a profundidad en las límpidas aguas de la ternura, el calor y el amor materno y succionaron en la leche de su madre el amor por ese arte llamado “lenguaje de los dioses”: la música. Todos ellos fundaron hogares respetables y respetados por las calidades humanas, morales, intelectuales y artísticas de sus descendientes. Por eso les rindo tributo hoy en ésta, mi primera intervención. Porque sus nombres se hacen almíbar en los labios de quienes los pronuncian y endulzan la hiel y el vinagre que nuestra inmadura democracia y la falta de una educación verdaderamente integral de la persona humana nos están obligados a beber en esta época. Muchas gracias por haberme recibido como miembro.

Sonsonetes

(El Lábaro Nº 25, julio 19 de 1930)

“Si me llevan a enterrar
Y me echan una baraja
Juego la casa y la cruz
Juego el cristo y la mortaja”

Oh señor Alcalde
Palabras y plumas
Se las lleva el viento
Pero aquí se juega
No por pasatiempo

Al poker se juega
Al poker de dado
A la treinta y una
En el Club Gutiérrez
Que es Club de invitados

A aquellos que juegan
A la cara y sello
En los arrabales
Oh señor Alcalde
Écheles bozales

Y écheles bozales
A aquellos que juegan
Monedas por ciento
En el Club Gutiérrez
Que es de gamonales

Cisne Negro

Sonsonetes

( El Lábaro Nº 26, julio 26 de 1930)

Dicen que en noche fría
En aquel Club de invitados
Al Jefe de la Policía
Lo tuvieron encerrado.

Y por qué lo encerrarían?
Me preguntaron a mí.
Porque cerveza querían
Unos muchachos de aquí

Y dicen que la cerveza
A la calle les sacaron
En esa noche, en esa,
Que de miedo se encerraron.

Si nos siguen encerrando
Al Jefe de Policía
Vamos el pueblo entregando
Y que cierren la Alcaldía.

Y adiós pueblo de La Ceja
Adiós muchachas queridas
Adiós a todas las viejas
Y a tantas vacas paridas.

Cisne Negro

Algo sobre los 'Sonsonetes'

(El Lábaro Nº 27, agosto 2 de 1930)

En varios números del periódico local “El Lábaro” se han publicado últimamente varios artículos que el autor pretendió escribirlos en verso pero que de todo tienen menos de poesía; en cambio tienen mucho de perjudicialy fastidioso. No conozco el articulista en mención, sólo se que su deseo es corregir algunos defectos sociales y llamar la atención a un empleado sobre algunas deficiencias en su administración, cosa muy digna de aplauso por cierto pero hecha en distinta forma y con términos un poco más respetuosas y dignas de una persona de autoridad. En los mencionados artículos se han empleado términos fastidiosos y un estilo demasiado satírico y molesto; además y por la misma causa no han producido en el alma de los asociados suscriptores muy buena impresión, por el contrario cuando se llega la oportunidad de tratar sobre dichos artículos, casi la totalidad de los individuos se muestran molestos con el asunto.
En poblaciones y sociedades como la nuestra la cual se ha distinguido por la armonía que reina entre la sociedad y el respeto de esta a la autoridad, no resultan estas clases de críticas las que me producen otra labor que desprestigiar en grado superior la autoridad de una persona, y enseñar al pueblo a estarla tratando en esa clase de términos tan poco aceptables.
Por lo expuesto: al tiempo que protestamos del modo poco serio que se han venido criticando las actuaciones de una persona de tanta autoridad y respeto como el Jefe de la Policía; pedimos al señor articulista se sirva, si quiere continuar su labor, emplear términos un poco más decentes y serias más aun cuando es para tratar o comentar a personas de respeto y autoridad.
NIVELADOR

CARTA PROTESTA

(El Lábaro Nº 27, agosto 2 de 1930)

La Ceja, 29 de julio de 1930.
Señores Directores de “EL Lábaro”
E. L. C.

Con todo acatamiento y respeto manifiesto a Uds. Lo siguiente:
Deliberadamente me había abstenido de decir algo sobre varios “Sonsonetes” que han aparecido en los últimos números del Semanario que Uds. Dirigen, porque a ellos les falta seriedad y comedimiento, son perfectamente ridículos para ponerles atención; pero hoy que su autor me lanza cargos que pecan de falsedad y por lo mismo faltos de verdad, malévolos y tendenciosos, me veo obligado a dar mi protesta pública, como pública es la ofensa, malévolos porque son calumniosos, y tendenciosos porque se deja al público lector la interpretación de lo que estaría haciendo el Jefe de la Policía en el Club G. G. la noche a que ellos se refieren, en donde se asegura lo encerraron.
Se ve señores Directores que quien escribió los últimos versos que aparecen en el N. 26 de su Semanario no sabe la misión que lleva el jefe de Policía al establecimiento mencionado, pues no es concurrente, sino que obró por informes errados, sin parar mientes en que pudiera herir susceptibilidades ajenas; pero poco le importa esto, ya que se ha prevalido de un disfraz, que hoy por hoy, lo oculta a los ojos de los ofendidos, pero que mañana tendrá que responder a cara descubierta ante los Jueces. Sí señores, un individuo que oculta su nombre bajo un seudónimo para calumniar y exige de los Directores del periódico juramento de no dar a conocer su nombre, es más que cobardía.
Se asegura en los versos, malos o buenos, pues no soy perito en la materia, que tuvieron encerrado al jefe de Policía en el Club por miedo; miedo de quién y de qué? Porque francamente a mí sí me da miedo, y miedo cerval, pero es de esos individuos que hieren por detrás escondiendo el arma y esquivando el bulto, y que por delante se muestran con la sonrisa en los labios, como seguramente acontece con el autor de los versos a que me refiero. Como Autoridad y como particular he sido sereno para todo trance que se me ocurre.
Hay más, los versos son también faltos de lógica y en extremo apasionados porque el versificador afirma sin ningún apoyo, que si se sigue encerrando al jefe de Policía sería mejor que encerraran la Alcaldía, siendo que el dice que la encerrada fue de noche y en ella no hay obligación de que permanezca abierta, o solamente que el versificador lleve su pasión hasta ese punto.
Ahora, siempre he estado listo, y lo estoy, a atender cualquier insinuación que se me haga en materia de administración; a poner remedio, en lo que de mi parte esté, a las deficiencias que se noten con motivo de la misma, como a las quejas de los ciudadanos que en forma correcta, seria y con fundamento se me presenten y que estén ajustadas dentro de los principios morales y legales. He procurado manejarme lo más caballerosamente posible en el puesto que, ocupo con honradez, juicio y alejado de toda intriga social y política, tratando con guante blanco a todos y a cada uno de los ciudadanos que componen este Municipio, ya trátese de ricos o pobres, de blancos o negros, sin que de mi parte se encuentren prevenciones ni posiciones de ninguna clase. Pero como humano es errar, no digo que no hayan deficiencias en la administración porque sería pretensión de mi parte, y yo no se de esas cosas.
Le ruego dar publicidad a la presente carta con el derecho que me acompaña de acuerdo con la ley 51 de 1898 y estoy listo al pago del excedente si hubiera lugar a él.
Atentamente R. Calle M.

Sonsonetes

(El Lábaro Nº 28, agosto 9 de 1930)

“Amolando el calabozo
Me puse a considerar:
¿Qué delito he cometido
Que me llevan a rozar?

Y escribiendo un Sonsonete
“Me puse a considerar”
A este cisne por soquete
Lo van a indagatoriar.

Dice en la carta la Alcaldía
Que tendré que responder
Por aquella poesía
Ante el Judicial Poder.

Cuidado nivelador
Pues no has cumplido la edad
Cuidado Cisne te pegan
Por esta nueva verdad.

A la vez me dispararon
Don Rafa y Nivelador
Pero ese tiro lo erraron
Busquen otro cazador.

El calabozo amolando
Sigue el Cisne aquí sin miedo
Si esto se va complicando
Puede ser largo el enredo.

Cisne Negro

Sonsonetes

(El Lábaro Nº 29, agosto 16 de 1930)

Qué descarga hay en la carta?
Qué razón de la Alcaldía?
Yo no veo sino harta
Disculpa y algarabía.

Que deliberadamente
No contesta sonsonetes?
Es que quizá solamente
A los de ruana se mete.

Que he faltado a la verdad
Me dice con ironía?
Yo digo que es necedad
La carta de la Alcaldía.

Dije que ha tantos muchachos
No se dejara pedir
Y también que a los borrachos
Los deberían reprimir.

También dije, y es verdad,
Que en aquel Club de invitados
Juegan menores de edad.
Y hasta nombres he indicado.

Y dije que aquí decían
Que en aquel Club de invitados
Al jefe de Policía
Lo tuvieron encerrado.

He dicho y hoy lo repito
Que en aqueste pueblo mío
Hay un Club, hay un garito
Que es casi un Monte Pío.

Es cierto que yo me oculto
Pero no que use disfraz
He dicho cosas de bulto
Que probarlas soy capaz.

Que siempre está usted listo
A atender la insinuación?
Yo le suplico por Cristo
Mejor Administración.

Cisne Negro

Falta de verdad en algunos artículos

(El Lábaro Nº 29, agosto 16 de 1930)

El Sr. Cisne dizque seguirá amolando el calabozo, lo felicito por la constancia que lo ha acompañado en su poco envidiable labor pero tan natural y común en un individuo de su taya. En los últimos “Sonsonetes” resolvió el articulista publicar cargos imaginarios y por lo tanto falsos, no sólo contra el Sr. Jefe de Policía, sino contra mí. Pero esto no importa, las cosas se reciben según de quien vengan sabemos que de “un burro no se esperan sino patadas” del Sr. Cisne no se puede esperar sino ofensas y conceptos falsos; se le ve el talento al mencionado articulista cuando no le ha alcanzado la inteligencia para escribir sobre asuntos de provecho social, pues este es el principal objeto de un periódico y si son artículos encaminados a corregir defectos emplear términos cultos y basados principalmente en la verdad, cosa que no ha hecho el mencionado Cisne.
Dice el Sr. Cisne que Nivelador por no tener la edad no puede administrar el Club de la ciudad, donde juegan muchos menores de edad. Todo esto es completamente falso; perdonen señores lectores que tenga que desmentir públicamente a un individuo, pero que las circunstancias exigen que lo haga así: pero en vista de las actuaciones pasadas, si con la mayor tranquilidad se atreve a publicar artículos de fondo tan falso como los pasados, contando solamente con la máscara que le sirve para que la sociedad no lo conozca, poco se le dará que le digan embustero públicamente; esto lo sabrán únicamente él y las pocas personas que saben su nombre, porque a pesar de procurar de que no sea conocido, no faltan personas que sí saben quien es “Nada hay oculto bajo el sol” dice un autor.
Con respecto a la administración del Club, voy a copiar parte del artículo 339 del Código Civil, para que el público pueda enterarse de lo falso que son los cargos que contra mí ha hecho el articulista mencionado, este dice así: “La habilitación de edad es un privilegio concebido a un menor para que pueda ejecutar todos los actos y contraer todas las obligaciones de que son capaces los mayores de veintiún años” y el Juzgado del Circuito de este Municipio por Auto del veintinueve, de octubre de mil novecientos veintinueve, me concedió ese privilegio.
El segundo, que en Club juegan muchos menores. Dígalo si es cierto el Sr. Jefe de Policía, el cual es el directo vigilante de que en el Club se cumplan estrictamente los Estatutos del establecimiento; si ésta declaración no le satisface, que lo digan los mismos accionistas o los miembros de la Junta Directiva o los Agentes de Policía que con frecuencia van en cumplimiento de sus obligaciones a visitar el Establecimiento. Por lo narrado, el Señor Cisne en sus últimos Sonsonetes, se preocupó muy poco de decir la verdad.
Al articulista en mención le daría mejor resultado que en lugar de ponerse a escribir versos (si así pueden llamarse semejantes latas) que amolase el calabozo, no para continuar su labor, sino para que se dedicara a hacer rozas y a trabajar la agricultura pues según la afición a los instrumentos de labranza y a la falta de caballerosidad y franqueza que lo ha acompañado, estaría mejor para agricultor. Esto me hace recordar lo que hace poco leí en un folleto publicado en Manizales, en el cual reproducen las famosas crónicas del célebre autor “Linz” en una de ellas dice literalmente así “Ahora me explico el por qué de la crisis que atravesamos; a los agricultores se les propuso retirarsen de los campos y abandonar los azadones para radicarsen en las ciudadades a escribir latas de poesías”. Esto me pareció muy extraño y creí que lo narrado no ocurriría en el Departamento de Caldas, pero resulta que en Antioquia también les está gustando la idea. El Gobierno debería tomar cartas en el asunto y trabajar por impedir que se continuara la costumbre, especialmente en los Departamentos donde no está establecida como en Antioquia.
Siga amolando el calabozo señor Cisne y yo me encargo de hacerle los gastos para que se traslade a Urabá, donde quedará muy bien establecido y donde podrá emplear también su calabozo tumbando monte y de esa manera se podrá crear una renta para que más tarde pueda radicarse en una ciudad a vivir decentemente en sociedad, si no le repite el deseo de escribir (según Ud.) versos, con lo cual no consigue sino hacerme célebre como lo han conseguido algunos individuos, que pretenden hacer lo que no saben y aparentar lo que no son: cosa muy baja por cierto.
Dejo con el presente refutados completamente los cargos que contra mí han hecho el Sr. Cisne y comprobado que ese articulista cuando va a escribir, de antemano se guarda en el bolsillo la franqueza, la caballerosidad y lo es peor la verdad.

NIVELADOR

'A Cisne Negro'

(El Lábaro Nº 30, agosto 23 de 1930)

(Por mediación de los Srs. Directores de “El Lábaro”, pues hasta la hora presente permanece en incógnito)

Varios números del simpático semanario nos han traído una serie de “Sonsonetes” a manera de versos, los que expresan una acre censura a actos oficiales del Sr. Alcalde de este Municipio.
A muchos de los lectores de El Lábaro ha causado verdadera extrañeza que se insista en una campaña indecorosa contra la primera autoridad del Municipio, pues el modo empleado es inaceptable para corregir errores ú omisiones que se observen en la administración. Con maneras ridículas sólo se obtiene “Si acaso” el desprestigio de la autoridad a quienes todos estamos en el deber de respetar y apoyar.
No digo que se ha de permanecer impasible quien desee anotar las falta o irregularidades que se observe en cualquier ramo de la administración, y deban corregirse en bien de los asociados; pero merecen más respeto las autoridades y tienen derecho a ser respetadas, lo que ha faltado en el caso de los aludidos “Sonsonetes”, que no son una censura seria y tendiente a mejorar los males ú omisiones, sino una charlatanería que tiende a ridiculizar la persona encargada de las funciones delicadas como lo es la Alcaldía. Con este modo de proceder no se obtiene en mi concepto el fin que se persigue; nos mostramos ante las demás poblaciones como incultos y faltos de respeto a las autoridades; la hoja que está llamada a hacer mucho bien a la población degenerará en un semanario insulso y en todo caso habremos cometido el grave error de irrespetar a los representantes de la autoridad que merecen nuestro respeto y apoyo.
Permaneciendo en el incógnito el autor de “Sonsonetes”, se ha cargado la responsabilidad a personas alejadas del todo de esas ideas lo que es injustificable, y sus resultados no tardarán en dejarse ver.
Es hora ya de cortar el mal que he anotado lo que redundará en beneficio de la hoja “El Lábaro”, que está destinada a hacer mucho bien a los asociados, y cuya vida honra esta población y en especial a sus directores.
J.y P.

Sonsonetes

(El Lábaro Nº 30, agosto 23 de 1930)

A la región de Urabá
Nos mandó Nivelador
Y el pobre dicen que va
Caminito de Antadó

Y sí cumple la promesa
De hacernos gastos de viaje
Le diré yo con fineza
Este burro es buen bagaje.

Y si acaso el compañero
Se me cansa en el camino
Lo dejaré en el chiquero
Engordando por cochino.

Si en el chiquero suspiras
Y vas engordando bien
Te diré que de mentiras
Eres la fiera también.

Más si podemos llegar
A esas tierras tan propicias
Cisne se pone a rozar
Y el otro a las inmundicias.

Saludes te mandó Tiano
Y el amigo Tontoleo
Con ellos te das la mano
En prosa, por lo que veo.

Para que el público vea
Quien miente en esta ocasión
Le suplico yo que lea
Lo que va a continuación.

Iniciales de algunos de los nombres de los jóvenes menores de edad que han jugado en el Club G. G.
E.J.E. V.V.B. F.V.L. D.J.B. A.E.V. E.G.L. F.L.U. F.L.A. A.D.G. B.A.R. A.B.L. J.V.J. P.V.J.

Si el Sr. Alcalde o el Sr. Nivelador continúan sosteniendo que hemos faltado a la verdad en los anteriores Sonsonetes, nos veremos en el penosísimo caso de publicar en lugar de las iniciales anteriores los nombres correspondientes a ellas.

Cisne Negro

OTRA VEZ

(El Lábaro Nº 30, agosto 23 de 1930)

Señor Cisne Negro:

Ausente de mi parroquia en estos últimos días, por mandatos imperativos de la actual crisis, que nos obliga a vivir en continuo movimiento, en carro con llaves abiertas no había contemplado las columnas de El Lábaro desde las cuales Nivelador y el Señor Alcalde disparan toda su artillería sobre ti pobre cantor del valle. Aún no he podido averiguar quién eres, ni que alma encarna en ti, pero eso no me importa; continúa en la sombra que a veces en ella se ve mejor.
Si no fuera por la cabeza de acero que demuestras tener, ya tu blanco cráneo estría brillando en las almenas de la Alcaldía para satisfacción de los vencedores.
No alcanzo a explicarme, mi querido Cisne, como has soportado semejante lluvia de balas sin caer en tierra. Esa lluvia de adjetivos de “embustero, calumniador, injuriador, burro, tonto, etc, que oyes silvar en los artículos de El Lábaro y en Cafés, son prueba evidente que tu crítica se ha hecho sentir.
Y tanta bulla y tanta alharaca me pregunto yo? Por qué? Porque el cotorro se alborota con tales ímpetuos? Sólo tu índice señala con la desnudez y la fuerza de la verdad males que todos conocen, que todos presencian. Que se juega en el Club G. G., cantidades mayores que las que un hombre prudente arriesga por diversión, quien se atreve a negarlo? Y quién es capaz de afirmar que la mendicidad y la embriaguez no se salen de lo natural?
La ausencia, Señor Cisne, de las nociones de lo que es cultura hace creer a algunos que la reunión de diez o quince individuos para beber desmedidamente y jugar más de lo que lícitamente, pueden comprometer, es un centro moralizador del individuo.
Qué acto ha realizado el Club G. G. que pueda mostrarse como signo indicativo de cultura? Ha fomentado el civismo, el amor al terruño? Está suscrito siquiera a una mala revista? Qué iniciativa a salido de allí? Nada. Ese es el centro de la cultura actual, allí es donde el visitante ha de conocernos, éste es el centro para auyentar la monotonía habitual de este pueblo, ese es el motor que ha de impulsar la corriente civilizadora a todos los rincones de la sociedad, ese es el lugar donde se preparan menores de edad para representar esta población en un futuro no muy lejano. No creas que soy enemigo de estas asociaciones, que soy un moralizador, no, únicamente soy enemigo de la degeneración a donde dejan llegar esos lugares.
Es tal el amor que el Club G. G. le tienen nuestras damas que a una de ellas le oí esta expresión “Quisiera ser hombre para prenderle una mecha a esa madriguera” y a fe que ella tuvo razón al expresarse.
Nadie niega las pruebas de caballerosidad y de cultura de nuestro Jefe Municipal y su amor por el embellecimiento del pueblo, pero no todo se puede manejar con guante blanco, ni podemos ver impasibles que a la vez que progresa materialmente, los vicios progresen y no se aplique el remedio que los contenga.
Hasta la vista.
Aguilucho.

Sonsonetes

(presumiblemente en la misma fecha: 23 de agosto)

Tampoco te conocía
Pichón de águila, aguilucho,
Cuidado con la Alcaldía
Si es que vas a tornear mucho

Te digo con dulce arrullo
Que esta luz o está apagada
O alumbra más un cocuyo
Con la extremidad cortada.

Ya casi pierdo los ojos:
Tengo un tuerto e hinchado.
De hacer estos versos cojos
A puro tizón voliado.

Veinticinco cuesta un foco
En vía de arrepentimiento
Que hago yo con este moco?
Como el muchacho del cuento.

Péguelo Ud. En la pared
Y póngase los anteojos
Y apuesto que no lo ve
Con un centenar de focos.

Cisne Negro