BARBARA CABALLERO

"Por mucho tiempo, en las noches de luna, su sombra se perfila, franca y precisa, en cualquier pared de esa plaza; aparece después un poco vaga; al fin, de ningún modo, porque las sombras de los muertos también mueren."
Don Tomás Carrasquilla


Fernando de Orellana. Ella reza
jaculatorias diarias por su vida,
por la ira y el odio, la vileza
y la burla y la afrenta sin medida.

En su vagar, es solo la marquesa
que duerme en breve lecho, ya vencida.
Después de la locura, la simpleza
de remendar, y ornar la hoja leída.

Va por el corredor, en la chambrana
enseña la doctrina y ve el sembrado.
Un azulejo posa en la ventana.

La costura al revés y el agua al lado.
En el sol de su última mañana
bendice el fiel dolor de haber amado.

EL HALLADO

Nadie regresa el mismo después del viaje.

Hay las solas visiones agua adentro.

La noche habita el peso de la hondura.
La noche -anémona del mar-
guarda el abismo.

Quien desciende hacia el fuego
ve el rostro de la sombra.

Hay el aire que sobra de alondras bajo la cumbre.
Quien respira su vuelo
frágil de lágrima
se asomará al vacío
lúcido y extrañado de ser
ave aire y agua.

Nadie regresa el mismo después del sueño.

Una presencia de ojo antiguo
inmóvil
ha velado el reposo.

La escritura de un verbo
puede abrir lo ocultado.

Alguien vuelve a la tarde
del pueblo de Luvina
otro.

El poema desdobla
pliegues cerrados.

Lo nombrado
ahila cada símbolo.

Nadie regresa el mismo después del verso.

Más allá de lo simple
está la gran simpleza.
Quien la mira al instante de la adelfa
alborozado y calmo
entra de nuevo a La Morada Una
de sus Perplejos
y transfigura
la luz
en Luz Despierta.

Manso descubre
el resplandor visible
la dulcedumbre
de la Existencia.

Nadie regresa el mismo después de verse.
Nadie regresa el mismo.

Iniciado en su sola investidura
digno
paso y sencillo

vuelve.

1994

JEREMIAS

“Derramóse en tierra mi corazón”
Lamentaciones 2,11

El que fue conocido antes de su forma
y murió apedreado en Tafmis,
Vio la rama de almendro
vigilante de la palabra.
Tomó el cinto de lino del agua
deshecho
y la orza de greda
- como las partes de hombre –
desunida.
Supo de los cordeles
y el yugo sobre el cuello
y la noche del lodo de la cisterna
oscura.
Pronunció los sonidos del comienzo:
Guimel Caf Nun Zain
Aleph
y los rehizo del brasero.
Vio los dos canastillos de higos
en el atrio del templo
y la copa del Vino de la Ira
ante la Espada Viva.
Y entendió
que los bálsamos suaves
y todas las resinas de Galaad,
no bastan a la herida
soledad y visiones
de Profeta.
Aún el Éufrates
guarda
el libro de Babilonia
atado a la piedra.
Una rama
vigila
La Palabra Cumplida.

SILURO

Soy un pez ciego.
Mi ojo sensible
alarga vibraciones hasta el sustento
que me abriga.

Habito en los profundos sedimentos.

Sobre mí todo el río.
La aguamadre
oscura.

Jamás sabré el estuario
ni el luar esplendeante
sobre la isla de Marajó.

De mis ojos de limo
suben emanaciones
hacia llamadas de gorriones
que me alean
y beben
arriba.

Así me enhebro al luar a los gorriones
y a la isla.
Quieto.
Mi agalla me resguarda
entre la brevedad
y la angostura.

Amparado en mi halo.
Como vive la ulmaria
en su hoja.

Como los astros.

1999