A Juan González Londoño, en el corazón

La tierra te ama
como a un árbol
un ciervo y un león
-los de la profecía-
pastan juntos en tu memoria
y recorren tu carne risueña
tu sangre digna

Por ti el agua es plural
y la sombra te aureola
como un nudo a un ahorcado
tus días son contundentes
como una cicatriz
en el rostro de un ángel

Tu ojo avizor
nos descifra el paraíso
en el perfil desnudo de una manzana
de tus naturalezas vivas
o resbalando hacia el infinito
en el magenta azulado
de tus premoniciones marinas

Tu memoria
Juan González Londoño
nos reinserta
-inequivocamente-
en la tierra

Como acción de gracias
rompo con fruición, con regocijo,
uno a uno
todos los barrotes de mi ventana.