Contestación

Señor Presidente de la SODALCE, Reverendos Hermanos, señores:
Aunque la expresión “botar pólvora en gallinazos” me parece adecuada a pesar de haberla corregido Isaza, quiero repetirla en las actuales circunstancias porque acomoda como anillo al dedo. Es que el señor Presidente se ha desatado en un cúmulo de bellas frases que delatan su noble corazón pero traicionan su entendimiento para no dejarlo ver el blanco a que iban dirigidas. En tales circunstancias considero como un honor inmerecido el que la SODALCE acaba de discernirme y que hubieran llevado con mayor justicia y merecimiento tantas personas merecedoras, ellas sí, de tan altísimo homenaje.
Hace dos años que culminó la creación de esta Sociedad de elementos tan distinguidos y que tanta honra dan a esta población; me complace el haber tenido el gusto de asistir a su instalación y haber seguido formando parte de tan simpática asociación.
De ella salió la iniciativa de “EL COCUYO”, revista cultural y de divulgación no sólo de los valores humanos de esta tierra sino también de principios básicos de los conocimientos indispensables en los individuos lo mismo que de lecturas amenas de todo género, locuaz lleva a los hogares lectura sana y útil y despierta en los ausentes el recuerdo de su tierra y les infunde complacencia por lo que vale su solar nativo.
“EL COCUYO” va lenta pero seguramente derramando luz y disipando tinieblas y su vida, si la SODALCE lo quiere, durará mientras haya algo qué hablar de La Ceja o algún conocimiento útil que él no haya divulgado.
En materia de cooperación, la SODALCE, ha oído iniciativas, ha despertado curiosidad y ha llegado ha hacer cristalizar la primera iniciativa en este sentido consistente en mostrar a las gentes cómo la asociación puede traer grandes bienes a la sociedad y procurarles un medio de proveer a sus necesidades y a las de su familia.
La historia de La Ceja ha de seguir siendo preocupación constante de la sociedad.
Los ejemplos que nos legaron nuestros mayores no pueden quedar sepultados en el olvido. Como ejemplo de convertidos tenemos la figura esclarecida y nunca bien ponderada de Juan de Dios Aranzazu, tan grande como gobernador de Antioquia que puede equipararse con Giraldo y Berrío y como presidente no le van en zaga ni la habilidad de Mallarino, ni la pulcritud administrativa de Carlos E. Restrepo ni la austeridad republicana de Miguel Antonio Caro.
Si de sus asuntos religiosas se trata, tenemos los ejemplos de grandes penitentes, de costumbres ceñidas a las más estricta moral o a las disposiciones oficiales del en otra época cabildo parroquial que obligaba a sus miembros a asistir en corporación a las ceremonias de Jueves y Viernes santo y a la fiesta y octava del Corpus Christi.
Si observamos las artes de la guerra, nos salen al encuentro las figuras destacadas de los Cosmes (Marulanda y González) para quienes no se hicieron las balas; las de Juan de Dios y Juan Pablo Bernal héroes en Rionegro y Garrapata; la de Elías González, vencedor en Salamina; la de Antonio López, el más antiguo militar de La Ceja, que con Córdoba salió de Rionegro para unirse con Nariño en Ibagué y seguir al Cauca y cubrirse de gloria en Palacé, Calibío, Juanambú, Tacines, y Cebollas; la de Ramundo Orozco, que militó al lado de Bolivar; las de Escolástico Marulanda, Valerio Carmona, David Marulanda, Luis Llano y tantos más que deben quedar en nuestra Revista para ejemplo de las generaciones que nos sucedan. Pero no sólo a la historia deben extenderse las aspiraciones de la SODALCE: hay aquí cultivos que deben incrementarse hasta lo sumo; nuestro valle es llamado con justa razón paradisíaco; mi aspiración sería que los colores de las flores ostentaran su magnificencia hasta tal punto que esto fuera un solo jardín; que como en los Estados Unidos hasta las plantas industriales, como el algodón, las nuestras, siquiera las de flores, brillaran en profusión por la magnificencia de los colores; que como a Holanda o a las Bermudas, se pudiera llamar esta tierra un solo jardín que ostentara su lujuriosa vegetación por todo el valle como en esas naciones cubre todo su territorio.
No se me quita la idea de que las pequeñas industrias, las domésticas, debieran tener un asiento con profusión en todas las clases de la sociedad. Existe con sede en Medellín la Acopi; pues nosotros podríamos formar una pequeña Acopi que fomentara el trabajo y diera pan y ocupación a muchísimas personas de ambos sexos.
Perdonadme, señores, estas frases salidas de profunda estimación por nuestra tierra y por sus habitantes; no las toméis como sueños de un iluso sino como vehemente anhelo de superación.
Acepto agradecido el homenaje que me tributáis aunque no lo merezco; lamento no poder compartir los conceptos tan bien intencionados del señor presidente respecto a mi persona y os digo lo que un insigne escritor español le dijo a Cuervo cuando leyó un ejemplar de las Apuntaciones Críticas donde el insigne filólogo colombiano lo cita con mucha frecuencia. “Dios os pague vuestra bondad, Dios os perdone vuestro yerro”.