El Higuerillo

Linneo lo denominó Ricinos Communis. El nombre Ricinos es latino pero no se sabe de donde proviene; pero sí que significa garrapata, quizás por la semejanza que tiene la semilla con este animal.
Pertenece a la familia de las euforbiáceas y al género Ricinos.
Se conocen muchas variedades entre ellas el Recinus vulgaris de Mill, el cummunis sanguineus por tener las hojas de color de sangre; el communis veridis que tiene los pecíolos verdes con manchas; el communis inermes que produce cajas sin espinas; el risinus minorus maurus, encontrado por Mauro Hernández Mesa en Neiva y dedicado a él por Claer.
En cuanto a nombres vulgares, se llama higuereta en las Antillas; tartago en Venezuela, karpata en Curazao, palmacristi en España en donde también se le da el nombre de cherva proveniente del árabe jerga; y en inglés castor-oil.
Dice muy acertadamente Joaquín Antonio Uribe, citando a Caldas, que el higuerillo es de aquellas plantas “que no se ven jamás separadas del hombre; compañeras fieles que le siguen por todas partes y aborrecen los desiertos”.
Las semillas producen aceite, que ha sido extraído y usado entre nosotros a través de muchas generaciones para las necesidades domésticas, cuando la vida era más estrecha, menor la comodidad y por consiguiente todas las necesidades se remediaban con recursos caseros. Ese aceite ha servido indefinidamente para satisfacer las devociones de los hogares cristianos que han sostenido perennemente lámparas votivas delante de los santos más queridos de la familia y aún hoy es frecuente verla delante de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
En tiempos remotos, quizás cuando ni el aceite se extraía, las semillas ensartadas sirvieron de bujías para ayudar al trabajo en las primeras horas de la noche.
Durante más de cuatro siglos sin interrupción ha sido de día y de noche la lámpara de aceite la compañera del Santísimo Sacramento del Altar ardiéndose y consumiéndose delante de todos los sagrarios de nuestra patria y sin duda de otras naciones americanas.
El aceite de ricino contiene materias minerales, ácido málico, azúcar, albuminoides, celulosa y ácido ricinólico.
El aceite de ricino es remedio eficaz contra las inflamaciones del canal gastrointestinal y de las mucosas. El ruso Seidtil lo aconseja contra las diarreas a la dosis de una cucharada cada tres horas.
Se emplea frecuentemente como purgante.
La tintura preparada con una parte de aceite y tres de alcohol de 40º se emplea en el malestar del cuerpo con quebrantamiento de las fuerzas; en los sueños cortos con sobresalto; en las fiebres cuando la piel se siente ardiente y hay ligera transpiración; cuando tiene uno la cabeza pesada; cuando las encías están hinchadas y ulceradas; en los dolores de estómago por gases; en el reumatismo cuando hay ligeros dolores en tronco y en los miembros.
Las hojas ligeramente suasadas se emplean en cataplasmas contra las inflamaciones.
De la cáscara del tallo se saca una fibra que puede reemplazar el cáñamo.