La tienda de Camilito

La tienda del finado camilito no es una tienda cualquiera, es nada menos que el punto de referencia y ubicación en nomenclatura más precisa para quien sea de La Ceja o con ella tenga algo qué ver. No es sólo la tienda, es la esquina de Camilito y la calle de Camilito: “Vea, eso queda de camilito para allá tres cuadras y media”, “Subamos por donde Camilito...”; “Sabe qué, coja de Camilito p’arriba hasta la Escuela de los Maestros”.
Como miscelánea, no tiene que envidiar a otras si las hay. Si su caso es de ronquera o tos, obtiene allí el jarabe casero eficaz, de acuerdo al grado de fe que le ponga y no a la cantidad y frecuencia con que lo ingiera.
Común es encontrar allí el sande y la caraña, necesarios para la colocación de un emplasto que extraiga pasivamente u vidrio o chuzo enremado en el pie descalzo de cualquier campesino. Ah, y para las llagas en la boca, tenemos la violeta genciana, que es bendita según nuestras abuelas.
El Convento de las Carmelitas es la factoría mayor de la manufactura de los escapularios, pero la tienda de Camilito, es su principal concesionario. De los demás santos, también hay allí distribución directa de las novenas y reliquias, lo mismo que el manual de los treinta y tres pasos, los martes de San Antonio, el Trisagio con sus respectivos anexos y jaculatorias, el Padrenuestro a las ánimas, el canto del Magnificat y toda una serie de responsos y oraciones varios con epílogo del Padre Arias incluido.
Para los niños que aún no hayan entrado en la era de las maquinitas y el billar o de las cartas y el ajedrez, se consiguen los trompos “Canutos” y “Bacalocas para puchar”, chascalares, corozos, bolas de cristal “bogotanas” y “tricolores”.
Los útiles de baja costura abundan en nuestra tienda: agujas de “arria”, capoteras y de las comunes en paños de cinco y diez unidades en adelante. Pero cuando para un remedio requiera de azafrán de raíz, no vacile en consultarlo, pues, se le consigue “pa’de aquí a ocho días” si es que no lo tenemos.
¿Se llegó la hora de mecatiar barato? Pida leche de Chaparral en cuartos de litro y acompáñela con mantecadas, cocadas, gelatina de pata blanca o negra, panelitas blancas o negras (en esto no son racistas donde Camilito), hojaldras, tejas y lenguas azucaradas. Además, puede consultar la fórmula y llevar los ingredientes necesarios y básicos: almidón de yuca y achira, clavos de esencia por unidades, canela entera o molida, anilina vegetal y de todo lo más fraccionado que desee.
Entre muchísimos más artículos que se crean descontinuados o escasos, pueden obtenerse fácilmente jíqueras para el hocico del ternero, sal de mar hasta por media libra, papel de globo y de envolver, higuerilla (venta y compra), cepillos de alambre o de raíz, trampas para ratones, maíz “Cuba” por pucha o por almud, veladoras y velones, naftalina para ahuyentar las polillas, cal en papeletas, lápices contramarcados de Coltejer o Fabricato, etc.
De esta forma, la tienda de Camilito ha sido, es y será para la posteridad de nuestro pueblo más que un establecimiento comercial, un templo de ancestro y curiosidades. ¿Qué no la conoce? No es cuña.